Fidelidades: una cuestión de elección

Fidelidad, no se discute ni se cuestiona. Fidelidad, mandamiento sagrado y obligaci?n laica. Todos de acuerdo, ahora bien ?Fidelidad a qu? o a qui?n? ?a uno mismo o al otro? ?a los valores o a los deseos? ?a los compromisos asumidos o a los sentimientos que con el paso del tiempo y casi sin percibirlo, han mutado de forma y fondo? ?al destino que impone resignaci?n o a la libertad de acci?n y elecci?n que obliga a no resignarnos? Tal vez lo correcto sea hablar de diversas fidelidades en distintos planos de la vida, en vez de una fidelidad ?nica. Diversas y contradictorias fidelidades que conviven an?rquicamente en nuestro interior, gener?ndonos profundas confusiones existenciales. Veamos algunos casos.

La infidelidad en la pareja puede revelar fidelidad a uno mismo o por el contrario, la fidelidad a ciertos valores puede significar la infidelidad a los propios deseos. Invocamos valores, desplegamos enormes esfuerzos para ser fieles a ellos pero descubrimos que cuanto m?s nos aferramos a esos valores m?s nos alejamos de nuestros deseos m?s profundos, especialmente cuando los valores han sido recibidos a trav?s de una educaci?n sin cuestionamientos. A veces pasa tambi?n que nos consumimos la vida en un proyecto tratando de ser fieles a objetivos y ambiciones que poco tienen que ver con nuestra verdadera identidad, esencia e historia. Lo sabemos, lo sentimos en nuestro interior profundo: si pretendemos ser fieles a nosotros mismos, deber?amos renunciar a tales proyectos. Claro que lo sabemos y sentimos, pero no siempre hacemos algo al respecto. Resignaci?n, de eso se trata, aunque a veces la disfracemos de otra cosa.??Resignaci?n no es cobard?a, nos decimos casi convencidos. ?Resignaci?n no es cobard?a?

Aclaraci?n: no siempre es posible renunciar o abandonar metas, valores y compromisos asumidos. ?Hay otras partes involucradas y s?, a veces nos exigen reciprocidad en el cumplimiento de esa especie de contrato que alguna vez nos comprometimos formal o t?citamente a respetar. Pero negociar con otros no es tarea imposible. Pasa todo el tiempo y generalmente no sale mal. El problema es negociar con uno mismo. No pasa todo el tiempo y no siempre sale bien, sobre todo porque nunca nos animamos a empezar.

En realidad y si nos fijamos bien, las encrucijadas m?s decisivas de la vida son aquellas en las que nos vemos obligados a elegir entre dos caminos: el de la fidelidad a uno mismo, interior e ?ntima y el camino de la fidelidad hacia otros, que podr?amos llamar exterior. Tomar la decisi?n de transitar la v?a interior no siempre es sencillo. Explicar y explicarse por qu? un d?a decidimos dejar un trabajo de a?os, una carrera brillante y promisoria o una pareja de larga data sin demasiadas razones aparentes y cambiar bruscamente el itinerario de nuestras vidas, no es algo simple. No, pero es posible. Hay que tomar la decisi?n y elegir.

Estamos condenados a ser libres y obligados a elegir, dir?a Sartre. No somos libres de dejar de ser libres, ni contamos con la posibilidad de no elegir.? Inclusive cuando no elegimos, estamos eligiendo. ?No hay fuerza natural ni sobrenatural que nos imponga determinada conducta, ni nos obligue a vivir de determinada manera. No hay excusas, ni tampoco nada ni nadie a quien echar culpas, dir?a tambi?n Sartre. Y al lector que con razonable escepticismo, cuestiona el pensamiento del fil?sofo existencialista franc?s, aduciendo que la vida est? colmada de situaciones que uno no elige como accidentes, enfermedades o inclusive el mismo hecho de nacer, Sartre le responde: ?Yo puedo ser inv?lido sin haberlo escogido. Pero lo que puedo elegir es la manera de considerar mi enfermedad: intolerable, humillante, aprovechable, ejemplificadora, etc?.

Entonces, cuando las fuerzas de fidelidades opuestas nos tironeen sin piedad ni respiro y finalmente nos decidamos a tomar un determinado camino,??ser?a sano y sabio tomarse un momento para ver qu? y por qu? elegimos ?libremente- lo que elegimos.?Y por supuesto, habr? que hacerse cargo…