Los habitantes de la Antigua Grecia ten?an dos palabras para referirse al?tiempo: Cronos y Kairos. La primera, Cronos, de car?cter cuantitativo, defin?a el tiempo cronol?gico (de ah? derivan cron?metro, cronolog?a, cronograma y todo lo que lleve el prefijo ?crono?). Podr?amos decir que Cronos representaba el tiempo humano, el tiempo que puede ser medido y cuantificado en unidades. El tiempo que mide y marca el reloj, para expresarlo?simple y gr?ficamente.
La otra categor?a, Kairos, simbolizaba m?s que tiempo, momentos; m?s precisamente, expresaba el momento justo y oportuno. El momento perfecto.
Los griegos, que como se sabe sol?an personificar casi todo, representaban a Cronos mediante la imagen de un anciano de barba larga y blanca empu?ado con una mano una guada?a y con la otra un reloj de arena. A esta imagen severa e implacable de Cronos, el tiempo cronol?gico, se contrapon?a la figura ligera, ?gil y juvenil de Kairos, hijo menor de Zeus. Kairos era la ocasi?n, la oportunidad favorable que, rebosante de jovial energ?a, se presenta un d?a y cambia el destino del hombre.
No solamente la Antigua Grecia se ocup? del tiempo y sus diversas concepciones. ?Si analizamos por ejemplo ciertos conceptos de la teolog?a cristiana, encontraremos algunos paralelismos con las definiciones griegas. El Cristianismo habla de cierta maduraci?n en los acontecimientos, de un tiempo para nacer y para morir. Un tiempo para sembrar y cosechar. Momentos, s?. Momentos oportunos o si se quiere, puntos de inflexi?n, puntos de convergencia y a veces, puntos de ruptura.
Un dato importante a tener en cuenta: cuando se trata del desarrollo y desenlace de los acontecimientos, no siempre Kairos y Cronos coinciden en su derrotero. ?Todos hemos experimentado alguna vez la frustraci?n que se siente cuando despu?s de haber invertido cuantiosas cantidades de ?tiempo de reloj? en alguna tarea, trabajo u objetivo, observamos con resignaci?n y desilusi?n que los resultados no llegan.? Y nos preguntamos una y otra vez por qu?, sin encontrar explicaci?n convincente. La respuesta es simple: el tiempo cronol?gico ha transcurrido, pero el momento justo y oportuno todav?a no ha arribado a destino. Porque a diferencia de Cronos, Kairos no puede ser planeado ni forzado. Llega cuando tiene que llegar, como dir?an las abuelas. Eso s?, cuando finalmente se presenta, lo hace de una manera clara y categ?rica. Y as?, de repente, lo que parec?a imposible e inalcanzable se materializa con una contundencia y definici?n asombrosas ante nuestra mirada que se debate entre la incredulidad y la euforia. ?Se logr?. Se concret?.
En la vida necesitamos tanto de Cronos como de Kairos, pero admitamos que es Kairos quien nos atrae irresistiblemente. Todos so?amos con esos momentos m?gicos que interrumpen y modifican, a veces moment?neamente a veces para siempre, el curso regular y continuo de la vida. Todos, en fin, esperamos a Kairos. Consejo: prep?rese para recibirlo porque Kairos, generalmente, llega. Cuando menos lo espera.