En el libro «La l?gica oculta de la vida» el autor Tim Harford habla, entre otros temas, de las relaciones y el amor y lanza una pregunta tan inquietante como interesante: ?las personas se pasan la vida en busca de la persona ?nica e irrepetible que encarnar? los ideales del amor o ajustan sus est?ndares a lo que puedan conseguir? En otras palabras, ?qui?n tiene raz?n: los rom?nticos o los c?nicos?, pregunta Harford.
La idea es que los seres humanos somos m?s racionales de lo que creemos y por lo tanto, pensamos en el presente y en el futuro e intentamos predecir las consecuencias de nuestras acciones en el mundo incierto que nos rodea. Entonces cada vez que tomamos una decisi?n medimos (generalmente de manera inconsciente) los costos y beneficios de esa decisi?n. El amor, seg?n esta teor?a, no escapa a esta mec?nica de elecci?n racional y economicista: elegimos a una persona determinada porque sus beneficios superan su costo y consideramos que las consecuencias de la relaci?n con esa persona ser?n- calculamos- positivas.? S?, tan duro y desalmado como suena.
Se han llevado a cabo numerosos experimentos en sitios de citas con el prop?sito de comprender c?mo y por qu? la gente elige sus partenaires amorosos. Las conclusiones son llamativas: tanto los varones como las mujeres que visitan los sitios suelen tener ciertas preferencias de antemano (altura, edad, profesi?n, peso, etc.) con respecto a la pareja que buscan. Lo interesante es que si el d?a de la cita, las personas disponibles no cumplen con los requisitos y preferencias que se ten?an en mente, se bajan los est?ndares y se adapta a lo que hay, por as? decirlo. Para expresarlo de otro modo, cuando del mercado de citas se trata, nos conformamos con lo que podemos conseguir.
La deducci?n es bastante obvia: si, como dicen los rom?nticos, el amor s?lo se experimenta con una persona ?nica, ?por qu? en los sitios de citas se termina eligiendo en base a la gente disponible? Pareciera ser que el amor se termina adaptando a las leyes de oferta, demanda y tambi?n de la competencia, claro. Quien est? en mejores condiciones de competir y tenga m?s capital para negociar (belleza, dinero, potencial), obtendr? el ?bien? m?s demandado?
Conclusi?n controversial y c?nica del autor: si el amor es ciego, los amantes no lo son. Eval?an de manera inconsciente pero racional las oportunidades que tienen por delante y las tienen en cuenta?al comenzar?la relaci?n amorosa.??Hacen cuentas, eval?an escenarios posibles y si los c?lculos?resultan optimistas, se «enamorar?n» perdidamente el uno del otro.